miércoles, 22 de agosto de 2012

La última entrevista


«Aunque me maten, nadie puede callar ya la voz de la Justicia»


     El arzobispo Óscar Arnulfo Romero, asesinado el lunes 24 de marzo de un balazo en el corazón, en una iglesia de San Salvador, fue entrevistado en varias oportunidades por el corresponsal de Efe, quien lo conoció desde los días en que el prelado era capellán del colegio católico en donde él estudió. He aquí un resumen de la última entrevista de Espinoza Fernández con monseñor Romero.

     «El mal de todo es la injusticia social -dijo-. Los que no quieren cambios son los grandes malhechores -agregó, con un decidido énfasis en pro de la transformación de las estructuras socioeconómicas.»

     Al recordar esa parte de nuestra primera conversación con él como arzobispo, acoté algo que sucedió algunos días después, el día 12 de marzo de 1977.

     -Yo creo, monseñor, que la muerte del padre Grandes (acaecida en la fecha apuntada) fue decisiva para que usted tomara esta posición tan definida en pro de los pobres...

     -«En efecto, así fue. Yo siempre creí en la promoción social, de acuerdo con el Concilio Vaticano Segundo y el Congreso de Medellín, pero la muerte del jesuita Rutilio Grande fue definitiva.»

     En el curso de la conversación, el arzobispo dijo claramente que consideraba muy poco posible una salida pacífica la crisis de violencia política en El Salvador.

     -«Tengo una fe grande de que a los hombres los guía la racionalidad y que queda siempre un resto de buena voluntad para encontrar una salida pacífica -aclaró.»

     Su posición era definida en contra de la injusticia social. Por ello había recibido amenazas de la extrema derecha y de la ultra izquierda:

     -«A mí me pueden matar; pero que quede claro que la voz de la Justicia nadie la puede callar ya -señaló.»

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