1977
La Iglesia: una, santa, católica, apostólica… y perseguida
La persecución es algo necesario en la Iglesia. ¿Saben porqué? Porque la verdad siempre es perseguida. Jesucristo lo dijo: «Si a mí me persiguieron, también os perseguirán a vosotros». Y por eso, cuando un día le preguntaron al Papa León XIII, aquella inteligencia maravillosa de principios de nuestro siglo, cuáles son las notas que distinguen a la Iglesia católica verdadera, el Papa dijo ya las cuatro conocidas: una, santa, católica y apostólica. «Agreguemos otras -les dice el Papa-, perseguida». No puede vivir la Iglesia que cumple con su deber sin ser perseguida (29.5.77).
Esta es la Iglesia que yo quiero
Ahora la Iglesia no se apoya en ningún poder, en ningún dinero. Hoy la Iglesia es pobre. Hoy la Iglesia sabe que los poderosos la rechazan, pero que la aman los que sienten en Dios su confianza. Esta es la Iglesia que yo quiero. Una Iglesia que no cuente con los privilegios y las valías de las cosas de la tierra. Una Iglesia cada vez más desligada de las cosas terrenas, humanas, para poderlas juzgar con mayor libertad desde su perspectiva del Evangelio, desde su pobreza (28.8.77).
Queremos ser la Iglesia que lleva el Evangelio auténtico
Un Evangelio que no tiene en cuenta los derechos de los hombres, un cristianismo que no construye la historia de la tierra, no es la auténtica doctrina de Cristo, sino simplemente instrumento del poder. Lamentamos que en algún tiempo nuestra Iglesia también haya caído en ese pecado; pero queremos revisar esta actitud y, de acuerdo con esa espiritualidad auténticamente evangélica, no queremos ser juguete de los poderes de la tierra, sino que queremos ser la Iglesia que lleva el Evangelio auténtico, valiente, de nuestro Señor Jesucristo, aun cuando fuera necesario morir como Él, en una cruz (27.11.77).
La Iglesia espera una liberación cósmica
La liberación que la Iglesia espera es una liberación cósmica. La Iglesia siente que es toda la naturaleza la que está gimiendo bajo el peso del pecado. ¡Qué hermosos cafetales, qué bellos cañales, qué lindas algodoneras, qué fincas, qué tierras, las que Dios nos ha dado! ¡Qué naturaleza más bella! Pero cuando la vemos gemir bajo la opresión, bajo la iniquidad, bajo la injusticia, bajo el atropello, entonces duele a la Iglesia y espera una liberación que no sea sólo el bienestar material, sino que sea el poder de un Dios que librará de las manos pecadoras de los hombres una naturaleza que, junto con los hombres redimidos, va a cantar la felicidad en el Dios liberador (11.12.77).
Hay muchos templos, pero lo que importa son ustedes
Hermanos, no contemos la Iglesia por la cantidad de gente, ni contemos la Iglesia por sus edificios materiales. La Iglesia ha construido muchos templos, muchos seminarios. Lo que importa son ustedes, las personas, los corazones, la gracia de Dios dándoles la verdad y la vida de Dios. No se cuenten por muchedumbres, cuéntense por la sinceridad del corazón con que siguen esta verdad y esta gracia de nuestro Divino Redentor (19.12.77).
1978
La Iglesia no quiere masa, quiere pueblo
Quiere Dios salvarnos en pueblo. No quiere una salvación aislada. De ahí que la Iglesia de hoy, más que nunca, está acentuando el sentido de pueblo. Y por eso la Iglesia sufre conflictos. Porque la Iglesia no quiere masa, quiere pueblo. Masa es el montón de gente cuanto más adormecidos, mejor; cuanto más conformistas, mejor. La Iglesia quiere despertar en las personas el sentido de pueblo (5.1.78),
La iglesia no puede ser sorda ni muda al clamor de los oprimidos
La Iglesia no puede ser sorda ni muda ante el clamor de millones de hombres que gritan liberación, oprimidos de mil esclavitudes. Pero les dice cuál es la verdadera libertad que debe buscarse: la que Cristo ya inauguró en esta tierra al resucitar y romper las cadenas del pecado, de la muerte y del infierno. Ser como Cristo, libres del pecado, es ser verdaderamente libres con la verdadera liberación. Y aquél que con esta fe puesta en el resucitado trabaje por un mundo más justo, reclame contra las injusticias del sistema actual, contra los atropellos de una autoridad abusiva, contra los desórdenes de los hombres explotando a los hombres, todo aquél que lucha desde la resurrección del gran libertador, sólo ése es auténtico cristiano (26.3.78).
Que la Iglesia retome la Biblia y la haga Palabra viva
La Biblia sola no basta. Es necesario que la Biblia, la Iglesia la retome y vuelva a hacerla Palabra viva. No para repetir al pie de la letra salmos y parábolas, sino para aplicarla a la vida concreta de la hora en que se predica esa Palabra de Dios. La Biblia es como la fuente donde esa revelación, esa palabra de Dios, está guardada. Pero de qué sirve la fuente por más límpida que sea, si no la vamos a tomar en nuestros cántaros y llevarla a las necesidades de nuestros hogares. Una Biblia que solamente se usa para leerla y vivir materialmente apegados a tradiciones y costumbres de los tiempos en que se escribieron esas páginas, es una Biblia muerta. Eso se llama biblismo, no se llama revelación de Dios (16.7.78).
Cristo desborda la Iglesia
Dios está en Cristo y Cristo está en la Iglesia. Pero Cristo desborda la Iglesia. Es decir, la Iglesia no puede pretender tener del todo a Cristo, al modo de decir: sólo los que están en la Iglesia son cristianos. Hay muchos cristianos de alma que no conocen la Iglesia, pero que tal vez son más buenos que los que pertenecen a la Iglesia. Cristo desborda la Iglesia, como cuando se mete un vaso en un pozo abundante de agua, el vaso está lleno de agua pero no contiene todo el pozo, hay mucha agua fuera del vaso... Para quienes se sienten orgullosos vanamente de la institución Iglesia, sepan que podemos decir: allí no son todos los que están ni están todos los que son. No están todos los que son, hay muchos cristianos que no están en nuestra Iglesia. Bendito sea Dios, que hay mucha gente buena, buenísima, fuera de los confines de la institución Iglesia… (13.8.78).
1979
La Iglesia está con el pueblo
Fíjense que el conflicto no es entre la Iglesia y el gobierno. Es entre gobierno y pueblo. La Iglesia está con el pueblo y el pueblo está con la Iglesia, ¡gracias a Dios! (21.1.79).
La Evangelización auténtica no depende del poder
La pobreza de la Iglesia será más auténtica y eficaz cuando de veras no dependa ni busque el socorro de los poderosos,‘ el amparo de los poderes ’; no haga consistir la evangelización en tener poder, sino en ser evangélica y santa; en apoyarse en el pobre que con su pobreza enriquece” (10.7.79).
Edificios construidos con sangre de pobres
¿De qué sirven hermosas carreteras y aeropuertos, hermosos edificios de grandes pisos, si no están más que amasados con sangre de pobres, que no los van a disfrutar? (29.7.79).
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